Es hora de abandonar argumentos simplistas y falsamente paternalistas que han decidido que «no es realista plantear la abstinencia o la fidelidad a los jóvenes» como si la promiscuidad fuera «inevitable» en sus vidas.
Parece como si en algunos países, incluido España, hubieramiedo de hablar de A o de B. No olvidemos que estamos ante una epidemia mortal y que debemos dar toda la información posible a los jóvenes para que sus decisiones sean más informadas, es decir, más libres.
Querer curar el sida sólo con la recomendación de usar preservativos es una política que se ha demostrado equivocada.
Quien afirma la absoluta seguridad del preservativo va contrael parecer de los expertos. Los preservativos proporcionan sexo con menos peligro, pero no sexo seguro, de forma que con conductas de homosexualidad o de heterosexualidad promiscua, sólo retrasa o disminuye la probabilidad de contraer la enfermedad del sida, pero no lo evita. Por otra parte, es obvio que confiar en el supuesto «sexo seguro» propicia el incremento de las relaciones sexuales y, por tanto, también de las conductas de riesgo.
La solución del sida, mientras no se encuentre un remedio efectivo, pasa por los cambios en las conductas de riesgo y por fomentar una juventud sana y libre, en la que sea la cabeza quien mande sobre los instintos.
Esta es, al menos, la conclusión a la que llegan numerosos expertos que han investigado el tema con rigor y profundidad y que se concitan en estas páginas que tenemos el placer de ofrecer a nuestros lectores.
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