La esperanza de vida de la población ha aumentado considerablemente en las últimas décadas. Enla actualidad, la media de años de vida en nuestro país se sitúa en 80 años. Este incremento se debe en gran medida a la erradicación de enfermedades, a la reducción de la mortalidad de patologías frecuentes y a muchos cambios en las costumbres y en la vida cotidiana, como la mejora del control de los alimentos o la generalización de las medidas higiénicas.

La enfermedad cardiovascular ha sido uno de los campos de la medicina en los que más se ha avanzado.

Si echamos la vista un par de décadas atrás, el ictus o el ataque de corazón implicaban un desenlace fatal. Hoy en día, los pronósticos han cambiado y muchos pacientes consiguen recuperarse y vivir con absoluta normalidad.

Se plantea entonces la paradoja de por qué las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de mortalidad en los países occidentales.

De hecho, cada año fallecen más personas en el planeta por este motivo que por cualquier otro. Y además, las previsiones Organización Mundial de la Salud (OMS) no prevén una mejoría en estas cifras en un futuro cercano.

Según datos de la OMS, las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte en todo el mundo. Cada año mueren más personas por este tipo de patologías que por cualquier otra causa. Se calcula que en 2005 murieron por este motivo 17,5 millones de personas, lo que representa un 30% de todas las muertes registradas en el mundo.

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