¿POR QUÉ CARAJOS SOMOS FELICES?

Camilo Herrera Mora
Presidente Raddar
camiloherrera@raddar.net


RESUMEN EJECUTIVO

En las investigaciones sobre felicidad en los últimos 10 años, Colombia siempre queda listado entre los diez primeros países, cambiando de posición solamente por la metodología que se utilice. Esto nos lleva a hacernos dos preguntas fundamentales, ¿Por qué somos tan felices?, y la segunda, ¿esto de que nos sirve?

La economía desde mediados de los setentas hasta la semana pasada con el lanzamiento de “Gross National Happines” dejo ver que tiene una deuda, porque las mediciones de bienestar tradicionales se han quedado cortas en explicar situaciones como por qué algunos los pobres son felices y algunos ricos son desdichados.

Sin duda, el dinero no hace la felicidad, pero entonces, ¿a que llama la gente felicidad?, esta es la pregunta clave para comenzar con este debate. Al parecer la felicidad para las personas es un estado de tranquilidad y para otros un escenario de cumplimientos de metas; esto nos muestra la diferencia de percepción sobre esta emoción, más ambos tienen en común que la felicidad es un estado de calma y plenitud ante la satisfacción por un logro.
Por esto podemos plantear las siguientes conclusiones preliminares de esta investigación:
¿Por qué carajos somos felices?
a. La felicidad en Colombia esta altamente relacionada con la obtención de logros. De hecho, pareciera que planteáramos la felicidad como un escenario donde siempre pensamos que cuando salgamos del colegio vamos a ser felices, cuando compremos un carro vamos a ser felices, cuando encontremos el amor vamos a ser felices… creo que esta forma de pensar es donde la felicidad se ancla a las variables económicas, ya que se fundamenta en logros y culturalmente aceptamos los logros económicos (sobretodo la adquisición de patrimonio y nivel educativo) como metas a cumplir que nos dan felicidad.
b. Este paradigma de logros sobre estándares sociales comúnmente aceptados causa que el bienestar se vincule por otra vía a la cultura; si la felicidad esta ligada al merito económico, estaríamos en un escenario de “motivación al logro” como lo plantea Ronald Inglehart. Por lo tanto, si la sociedad se impone “metas felices”, el desarrollo y el bienestar serán consecuencia de esto. El problema radica en que nos ponemos metas bajas… o esperamos que las cosas lleguen.
c. Al parecer los colombianos nos hemos fijado escenarios de “metas felices fáciles de lograr”, es decir, que hemos reducido nuestras expectativas ante la limitación de oportunidades en nuestra sociedad; esto se ve claro en el mercado laboral, donde el colombiano ante los pocos puestos de trabajo, aceptan lo que toque hacer y en las condiciones que toque hacerlo.
d. También cabe considerar que la población promedio en Colombia no sabe que es la paz, y en muchos de los casos la felicidad radica en llegar vivo a casa.
e. Los colombianos rompimos el concepto de vergüenza, y vivimos en una sociedad donde se hace lo que se quiera, la búsqueda del placer de corto plazo es el primer objetivo: por eso somos rumberos, burleteros, cómicos… todo aquello que no acarrea responsabilidad y que conlleva en algunos casos al irrespeto del otro, pero con el aplauso de los demás, causando un fuerte fenómeno de permisividad y aceptación social. Lo que conlleva de por si la importancia de la comedia en Colombia, al punto que los formatos de las telenovelas han pasado de ser los “novelones” a unos escenarios puros de comedia.
Cuando yo hago lo que quiero y olvido las normas sociales presentes e implícitas, soy básicamente libre y por ende el acceso a la felicidad depende de lo que me haga feliz a mi, sin importar las responsabilidades. Si esto es cierto, esta hilado a riqueza fácil, violencia, corrupción y demás…. Sin duda es un argumento muy conservador y dado a los valores, pero es la mejor explicación … claro esta la de reducción de expectativas, el “ser caribes”, y la misma violencia, pero cada día que pasa se encuentra más evidencia en el lenguaje sobre esto: por ejemplo, cuando alguien va manejando en la ciudad y otro carro hace doble fila, el argumento es “que se puede”, “que todos lo hacen”, e incluso “¿y que va a hacer?”. Estamos en un punto donde el beneficio particular prima tanto que los acuerdos sociales se rompieron, y esta casi-anarquia conlleva un estado de felicidad aparente, ya que es de corto plazo….
Entonces, la felicidad es un beneficio percibido pero no real, ya que no está vinculada a la realidad y el largo plazo… es una sensación… y somos hedonistas… y oportunistas para tomar lo poco que llegue en el corto plazo…
Eso sería un fenómeno memético muy complejo, porque la idea de lo correcto tiene que ver con la supervivencia del corto plazo… como si fuera un escenario de absoluta limitación de oportunidades, lo que conlleva en sí mismo la falta de deseo de construir oportunidades, simplemente tomar lo que hay.
Entonces el colombiano es feliz porque es libre de hacer lo que le plazca con su vida como respuesta a las exageradas limitaciones en lo económico; como no podemos tener más y comprar lo que queremos, simplemente hacemos lo que queremos.
Situación que sin dudad conlleva implícitamente serios problemas sociales y culturales, más cabe aceptar que también es una herencia cultural como plantea Emilio Yunis, finalmente nos hemos creado como unos ladinos, y en el escenario del atajismo que plantea Antanas Mockus.
¿Para qué carajos somos Felices?
Somos felices para vivir la vida limitada que tenemos; es decir, buscamos la libertad en la cotidianidad, en la continuidad, en el día a día, y no en las metas de largo plazo; somos felices con el triunfo de la Selección Colombia de fútbol porque nos hace sentir parte de un logro mayor (y por eso mismo somos tan críticos en sus pérdidas). Entonces la felicidad para los colombianos es una estrategia para vivir mejor, y sin duda esto explica porque un país en guerra hace 40 años, con secuestros, homicidios, criminalidad, narcotráfico, desempleo y otro interminable listado de problemas, sigue adelante.
Es suficiente ver al colombiano promedio y nos damos cuenta que la felicidad es una estrategia: cuando entramos a una tienda a pedir algo que queremos comprar, saludamos a la vendedora usando un apodo y preguntándole cosas como “¿por qué mando a llover tanto hoy?, o, ¿Cuánto vale y por qué tan caro?”; y esto lo hacemos porque la felicidad se fundamenta clínicamente en el sentido del humor y sus relaciones químicas con el sistema linfático, ya que al reir liberamos endorfinas y estas preparan al cuerpo para estar tranquilo.
El colombiano ha comprendido que en la risa, en la comedia está su tranquilidad y que por esto el país no se detiene frente a las crisis económicas y sociales; la historia económica del país demuestra una estabilidad propia de un país desarrollado pero sin el desarrollo, lo que muestra que pese a los grandes problemas económicos del siglo XX, Colombia logró salir rápidamente de los problemas y sin mayores esfuerzos, pero como consideramos que debemos tener metas de corto plazo, no tenemos grandes saltos económicos que nos permitan mejorar.
Esta felicidad nos ha servido para sobrevivir pero no para surgir. Hemos aprendido a seguir adelante pero no a construir cosas nuevas.
Por esto debemos aprovechar la aceptación general de la felicidad como estrategia, del humor como herramienta y del incumplimiento de normas como mecanismo de logro de libertad, para comprender que sin mayores esfuerzos hemos sabido sostenernos; y de aquí comenzar un cambio cultural hacía un país con metas de largo plazo, y no seguir pensando en el pan de cada día.

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