La importancia de la
formación de Madres y Padres
Los programas de formación de madres y padres constituyen un campo de intervención
familiar que ocupa en la actualidad un lugar preferente en las políticas sociales
de la mayoría de los países desarrollados. El interés por este tipo de programas
se deriva de la consideración de que el desarrollo de las personas es, en gran
parte, el resultado de las interacciones que mantienen en los escenarios sociales
en los que participan. En este sentido, la importancia otorgada desde hace
bastante tiempo a la familia como contexto en el que se fragua el desarrollo infantil
y adolescente, y a los padres y madres como principales agentes de socialización,
permite entender cómo los programas de intervención temprana, dirigidos a
favorecer el desarrollo infantil, fueron evolucionando durante las pasadas décadas
hacia iniciativas que consistían fundamentalmente en actividades encaminadas a
la educación y formación de padres y madres. La idea que subyacía en estas
actividades formativas era que la intervención sobre los progenitores terminaría
repercutiendo positivamente en sus hijas e hijos.
De esta forma, los primeros programas de educación de madres y padres que
surgieron en Estados Unidos hacia 1960 (como el extendidísimo Head Start) no
eran más que nuevas concreciones de los programas psicopedagógicos de intervención
temprana que existían anteriormente. Unos programas de intervención que se
encuadraban en el marco conceptual de la teoría del déficit y de la educación
compensatoria. En esta primera versión, los programas de intervención con
padres y madres surgen como una posibilidad de compensar las deficiencias de
algunos entornos familiares para evitar problemas en el desarrollo infantil: puesto
que la familia es el principal contexto de desarrollo, un niño con problemas -especialmente
con fracaso escolar- no es sino el fruto de un contexto familiar deficitario;
así entendida, la intervención sobre los padres y madres se vislumbra como la
actuación más pertinente para modificar las pautas de comportamiento de unos
progenitores considerados poco competentes con la esperanza de que aporten a
los niños y niñas un entorno de desarrollo menos deficitario.
Esta forma de concebir la formación de madres y padres era claramente restrictiva,
ya que limitaba la utilidad de estos programas a las familias más desfavorecidas
y se planteaba como objetivo casi exclusivo la mejora del desempeño intelectual
de niñas y niños. Frente a esta visión más tradicional en la educación de
padres y madres, es posible adoptar un enfoque mucho más positivo y menos
restrictivo, basado más en la optimización de capacidades que en la
compensación de deficiencias. Un enfoque que parte del convencimiento de que la
actuación de madres y padres en la crianza y educación de la infancia es una
tarea tan importante como complicada, para la que no se recibe una formación adecuada
y para la que, en mayor o menor medida, todas las familias experimentan ciertas
necesidades de apoyo.
Así concebida la intervención familiar, tanto los progenitores como
los hijos son posibles beneficiarios de este tipo de programas, puesto que no
se trata tanto de buscar efectos unidireccionales como de optimizar la dinámica
familiar y, en consecuencia, obtener beneficios para el desarrollo —y no sólo
en su dimensión cognitiva— de todos los miembros del sistema familiar. Este
enfoque supone adoptar una perspectiva ecológico-sistémica según la cual hay
que enmarcar a la familia dentro de un conjunto de sistemas que influyen
poderosamente en su funcionamiento y, por tanto, supone integrar los modelos de
intervención psicopedagógico y comunitario. En este sentido, el programa de
formación de madres y padres que proponemos a continuación debe plantearse como
objetivos tanto optimizar el escenario de desarrollo y educación familiar desde
una perspectiva evolutivo-educativa, como potenciar las redes de apoyo formal e
informal con las que cuenta la familia en su entorno social.
En esta línea, nuestro programa formativo intenta ir más allá de las
intervenciones centradas en la adquisición pasiva por parte de los padres y las
madres de conocimientos o de técnicas que le permitan mejorar sus prácticas educativas.
Así, este programa pretende más que proporcionar conocimientos y técnicas de
forma pasiva, utilizar una metodología activa y experiencial, basada en la
observación y reflexión por parte de los padres y las madres tanto de sus
propias prácticas educativas como de las de otros progenitores ante las mismas
situaciones. Se trata, por tanto, de partir de la reflexión de cada madre y
padre sobre sus propias creencias y actuaciones con el objetivo de que
reelaboren sus conocimientos, creencias y actitudes. Los procedimientos que
permiten conseguir estos objetivos son los métodos inductivos basados en la
reflexión, la discusión y el trabajo de elaboración en grupo.
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