Cómo se
da el abuso sexual
El abusador necesita de privacidad y del silencio de su víctima. Por
lo tanto, buscará la ocasión de estar solo y se asegurará que ella no va a
contar lo ocurrido a nadie.
Dado que la mayoría de abusos sexuales se producen en el hogar y por
conocidos, es lógico que el abusador haya "estudiado" cuándo y cómo
puede estar a solas con el niño o niña. Posiblemente conoce lo suficiente a la
familia para saber cómo acercarse, así como qué hacer para que el niño o niña
no se atreva a contar lo ocurrido.
Por ejemplo, si son familias muy autoritarias, en las que los hijos e
hijas tienen temor al padre, el abusador amenazará con que "Si cuentas ya
sabes cómo se va a poner tu papá; va a estallar en cólera y te va a
castigar".
Si es una madre que constantemente se queja de sufrimiento y
enfermedad, posiblemente le dirá a su víctima que no debe decir nada a su madre
"porque tú vas a ser la culpable si tu mamá empeora o se muere".
En otros casos, trata de culpar a la víctima diciéndole que si no
gritó o corrió, eso significa que le agradó o que aceptó. "¿Por qué no
pediste ayuda?, en el fondo es porque tú también querías".
Otras veces simplemente amenazará con algo que sabe tiene efecto en la
víctima y logra que no cuente lo sucedido a nadie. "Si cuentas algo no te
van a mandar más al colegio y no te van a dejar ir a ninguna otra casa".
Estas estrategias se ejecutan generalmente en varias fases que tienen
las siguientes características:
Inicio
o "enganche". Es cuando el abusador logra establecer con
su víctima un primer nivel de acercamiento y se asegura que ésta no contará a
nadie el contacto establecido. Por lo general, en esta fase el niño o niña,
dependiendo de la edad que tenga, está confundido y no entiende exactamente lo
que está ocurriendo. Algunas niñas han expresado que sentían incomodidad,
aunque no entendían de lo que se trataba.
Por lo común, el abuso comienza como un "juego sólo entre los
dos" "un secreto sólo entre tú y yo" y también con promesas de
dulces o dinero.
Sin embargo, tampoco hay que olvidar que los niños y niñas carentes de
afecto, muchas veces callan el abuso por no perder el afecto del abusador.
Continuidad.
Una vez asegurado el silencio de la víctima, el abusador tratará de buscar más
y más ocasiones para estar juntos, aumentando el abuso sexual, pudiendo llegar
hasta la penetración.
En esta fase puede ocurrir que el niño o niña, si ya tiene suficiente
edad como para darse cuenta, no quiera quedarse con el abusador. Cuando la
madre o padre le preguntan la razón, no da explicaciones porque el abusador ya
ha logrado de alguna manera asegurar su silencio.(Este silencio es un signo a
tomar en cuenta en caso de existir sospecha de abuso).
Evidencia o confirmación. Puede darse de improviso, cuando el abusador
es sorprendido o porque la víctima cuenta lo que le ocurre.
En estos casos, no hay tiempo para pensar con tranquilidad y es
difícil manejar adecuadamente la situación. Por lo general, la familia tiene mucha
rabia y las reacciones se dirigen hacia el violador pidiendo sanción o castigo.
Puede pasar inclusive que la víctima sea interrogada, aún por la propia
familia, una y otra vez, en un afán de comprender qué le ha pasado. Esta
actitud no es la más adecuada.
Hay que considerar que la persona, ya sea niño o niña, necesita ayuda
y hay que asegurarse que reciba tratamiento médico si es necesario y, sobre
todo, comprensión, seguridad y afecto.
Otras veces el niño o niña tiene un comportamiento que lleva a
sospecha, por ejemplo hace preguntas referidas al sexo o a amenazas, o usa
términos que no corresponden a su edad ni a las costumbres de la casa. A partir
de ello la madre o el familiar cercano o el profesor pueden sospechar y poco a
poco ir acercándose a la verdad hasta que cuenta lo que le ocurre o da pistas
que permitan descubrir al abusador.
En muchos casos de abuso sexual de padres o padrastros que se inicia
en la infancia, las niñas cuentan lo que les ocurre al llegar a la
adolescencia. El abusador sabe que al crecer e interactuar con otras personas,
la adolescente puede contar "su secreto". Para evitar que esto ocurra
hace todo lo posible por prohibirle que salga a la calle o se reúna con sus
amigas. Cuando los argumentos son acogidos en la familia, la chica se da cuenta
de que el único modo de tener algo de libertad es contando lo que ocurre.
Hay que tener presente que en el caso de abuso sexual de jóvenes
varones es muy difícil que ellos cuenten lo ocurrido pues socialmente eso se
asume como pérdida de la masculinidad, presumiéndose equivocadamente que tal
experiencia condicionará luego un comportamiento homosexual.
Desafortunadamente son muy pocos los estudios sobre abuso sexual en
niños y jóvenes. La mayoría de casos reportados son de niñas y mujeres.
Indicadores
de abuso y violencia sexual
Se puede descubrir el abuso sexual en niños menores de siete años
cuando su comportamiento no corresponde a su edad ni a las costumbres de la
casa, sea porque muestran curiosidad en extremo o porque hacen preguntas o
comentarios sobre sexo.
Las consecuencias físicas del abuso son también un camino para
descubrirlo. Veamos:
Embarazo.
Enfermedades de transmisión sexual.
Irritaciones o malestar en los genitales.
Aseo constante de los genitales o se niega a hacerlo.
Dolor al orinar. Infecciones genitales frecuentes.
Miedo a quedarse solo o con alguien en especial.
Depresión.
Pérdida de apetito.
Disminución del rendimiento escolar.
Rabia u hostilidad.
Comportamiento sexual inadecuado.
Huida de la casa.
Regresión a un estadio de desarrollo anterior. Por ejemplo, si ya
pedía orinar, ahora se olvida de hacerlo.
Si ya comía solo, ahora pide que le den en la boca.
En adolescentes, algunas de las conductas registradas en el Manual de
Camargo son:
Miedo a estar solo.
Incapacidad de sostener la mirada.
Frecuentes peleas y disgustos con miembros de la familia.
Problemas de memoria.
Cambios frecuentes y drásticos de humor.
Preocupación por temas sexuales o actividades sexuales.
Gestos e intentos de suicidio.
Desconfianza.
Abuso de alcohol o drogas.
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