Índice

Introducción
La “Economía Recreativa” y el análisis económico como modo de representación.

Capítulo I: Atracción vectorial.
Lancaster y cómo repartir tu tiempo en una fiesta.

Capítulo II: Todos son iguales...
Akerlof explica a mis amigas por qué tienen tan mala suerte con los hombres y a mis amigos por qué no tienen éxito con las mujeres.



Capítulo III: Nunca la primera noche.
Selección adversa y monitorización de pretendientes

Capítulo IV: Creo que me mira...
Von Neumann y la utilidad esperada

Capítulo V: Beautiful lifes
Nash aporta soluciones a la convivencia en pareja

Capítulo VI: Pareja y poder
Nash y cómo afrontar las discusiones



Este folleto es un divertimento que surgió de la necesidad de dar a mis alumnos de la Universidad Carlos III de Madrid ejemplos cercanos e interesantes que despertaran su interés en los modelos microeconómicos que se estudian en un curso introductorio.
Poco después descubrí que estos ejemplos también servían para interesar a mis amigos y compañeros de trabajo fuera de la Universidad, amigos que de entrada no estaban muy interesados en el Análisis Económico pero sí en el inextricable funcionamiento de la maraña de relaciones personales con las que cada uno cargamos.
A base de conversaciones de sobremesa y clases en la Facultad al final me acostumbré a aplicar los modelos de mis economistas favoritos a las situaciones cotidianas. Jorge Otero me animó a poner todo por escrito con insistencia, y fue esa insistencia la que me convenció de que la cosa tenía un público. Un público que no es desde luego el de los libros de Teoría o las revistas profesionales.
Por eso ha de saber a poco a cualquier profesional o incluso alumno de cursos avanzados de Economía. Pero que espero que despierte curiosidades y enseñe a ver la belleza y flexibilidad de “la Micro” a no pocos estudiantes de cursos introductorios y personas que nunca se habían planteado antes que nuestra disciplina pudiera atraerles.
A los que lo lean con ánimo inquisidor querría decirles que el carácter recreativo de este trabajo no debe ensombrecer a sus ojos su principal virtud: poner claramente sobre la mesa la naturaleza del Análisis Económico a los no iniciados.
Tal como yo lo entiendo el Análisis Económico no busca necesariamente explicar cómo son las cosas, aunque se aproxime en ocasiones bastante en los resultados.
La Economía moderna es ante todo un conjunto de modos de representación del comportamiento maximizador. También desde hace siglos el Arte se expresa a través de modos de representación. Ese modo de representación puede por cierto implicar la perspectiva, como en la pintura renacentista. Pero no por ello los pintores renacentistas pretendían que nuestro ojo al mirar el espacio tridimensional realizara mil operaciones matemáticas similares a las que ellos utilizaban para trazarla en el plano. Simplemente pretendían llegar a la ilusión de un resultado similar. Del mismo modo la Teoría de Juegos y la Microeconomía Neoclásica no pretenden que el individuo calcule en la vida real senos y cosenos, derivadas y pendientes, matrices y árboles de decisión.
Neoclasicismo y Teoría de Juegos no son sino los principales modos con los que los economistas de hoy buscan representar el comportamiento maximizador, no un retrato de los procesos mediante los cuales el individuo llega a realizarlo.
Por otro lado, representar un tipo de comportamiento dista mucho de representar la realidad y aún más de predecirla científicamente, aunque algunos modelos nos den pistas bastante interesantes y fundadas de por dónde van o deberían ir los resultados de las distintas motivaciones humanas.
En cualquier caso, todos los modos de representación del comportamiento maximizador (llamado la mayoría de las veces “racional”) tienen en común una metodología de base:
suponemos que los individuos tienen unos objetivos (los que sea) que explicitamos y que en un determinado cuadro de decisiones posibles (el modelo) tratan de alcanzar en la mayor medida posible.
Una vez trazados estos planos (modelizada la situación) jugamos con las la reglas previamente definidas para obtener los posibles resultados finales (equilibrios) que obtendrían tanto el individuo como el conjunto de individuos implicado (lo que llamamos resultado social).
Si el trabajo está bien hecho estos resultados serán coherentes con el modelo y el modo de representación, aunque no necesariamente con la realidad, puesto que las motivaciones de los individuos no tienen por qué limitarse o coincidir con las que hayamos definido.
¿Es entonces el Análisis Económico un ejercicio separado de la realidad, una nueva escolástica empeñada en la casuística e incapaz de predecir el comportamiento real de las personas y los grupos?
Realmente no lo creo. Durante siglos los investigadores médicos chinos tuvieron prohibido realizar estudios anatómicos sobre cadáveres. La Anatomía es lógicamente importante para el desarrollo de la ciencia médica, así que no se conformaron con ello y buscaron conclusiones a través de la analogía con lo que sí podían estudiar: los cuerpos de cerdos, perros y otros animales.
A los economistas tampoco nos ha sido dado poder experimentar en condiciones similares a otros científicos. Así que tenemos que dotarnos de nuestros propios perros y cerdos: los distintos modos de representación del comportamiento humano que hemos sido capaces de sistematizar en una serie de reglas a partir de las cuales realizar simulaciones sobre papel o en el ordenador.
Que estos sirvan también para estudiar “temas menores” y divertidos debería ser una muestra de su potencia y de su cercanía al común de los mortales.

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